Lunes 19.11.2018 | 21:00 Concierto

RYLEY WALKER + Andrew Tuttle

Pop-folk

Cantante y guitarrista del estado de Illinois que desde el ecuador de su veintena se ha sabido mover como pez en el agua por una senda estilística que comulga, poniéndolo al día, con el legado de nombres como Pentagle y Jackson C. Frank (quien tanto influyó a Nick Drake). Son solo un par de ejemplos, como también podría servir el del primer Van Morrison, el previo a “It’s Too Late To Stop Now”, que sitúan bien sus coordenadas de partida. Talentoso y precoz, y hasta cierto punto algo erudito en su aplicación de la ligereza de Bert Jansch, pero desde una naturalidad que es solo suya, Walker ha ido ganando seguidores a lo largo de este último lustro (en el que ha publicado tres EPs, el primero en 2011, y dos discos largos, el último, “Primrose Green”, en 2015) entre esos aficionados que saborean con igual deleite el “American Beauty” de Grateful Dead que los pasos de Hiss Golden Messenger. En agosto de 2016 publicó su tercer largo, titulado “Golden Sings That Have Been Sung”, en el que atraviesa un territorio más personal que recuerda a las entregas en solitario de David Sylvian a finales de los 80 y a la húmeda euforia de los mejores trabajos de Iron & Wine. En mayo de este año sacará “Deafman Glance”, su cuarto LP, producido por Walker y Leroy Bach y grabado en los Minbal Studios de Chicago: el resultado de la colisión entre considerar lo que ha aportado la improvisación a su música y el estrés de estar intentando hacer un disco de anti-folk. En sus propias palabras, un álbum “de sonido Chicago”, algo que Ryley define como “ese tren que siempre está acercándose hacia ti, pero nunca llega”. Para presentarlo en sociedad, el primer single, la odisea de jazz-rock tranquilo de seis minutos y medio titulada “Telluride Speed”.