CARROTS

Algo no acabó de funcionar en el Bye Bye Tour. Las despedidas, en general, no son alegres. Cierto. Pero la de Carrots, ese pedazo de psicodelia monumental hecha grupo, superó las cotas de sabor agridulce aconsejable en eventos de esas características.
Quien les siguió, quien coleccionó sus discos, paladeó sus alambicadas canciones, pequeñas obras de arte de artesanía pop, y se dejó hipnotizar en sus conciertos, abandonó las salas donde dijeron adiós con frase
recurrente rebotando en sus neuronas: ¿por qué? No le busquen símiles futbolísticos a la pregunta interiorizada: tras asombrar a degustadores de golosinas triposas de varios continentes, ser seleccionados para recopilatorios
de alto nivel (siempre con “Sunshine” como ariete capaz de derribar dudas) y correr de boca en boca, Carrots arrojaron la toalla.
Para su biografía, una serie de grabaciones submarinas de calidad extra, unas ilustraciones enigmáticas y una salida por la puerta falsa que dejó a sus fieles con la sensación de misión inacabada. Quizás ahora, tras unos años de aventuras personales (Vicente abandonó su cuerpo para poseer a Pigmy y habitar en el Litoral, Roberto se dedicó a crear suites y a girar como un santo inocente junto a Bunbury, Mati a viajar en OVNI y Freddy a militar en los exquisitos Silas Lang), sea el momento de poner las cosas en su sitio.
Borren la (incompleta) gira de reunión de 2009 de su memoria. La zanahoria no estaba completa. Ahora sí. Su último disco, el recopilatorio So Many Failures You Call Succes, guiñaba un ojo cómplice a Kevin Ayers.
Kevin ya no está entre nosotros. Carrots han vuelto. Será cuestión de aprovecharlo, ¿no?