GOLD LAKE

“La música ha sido un salvavidas”, dice Carlos Del Amo con una suave sonrisa. “Es todo lo que necesitamos enesta vida.” Como la mitad de Gold Lake (junto a su compañera Lua Ríos), el guitarrista ha aprendido cómo decierto puede ser ese sentimiento. Al poco tiempo de lanzar su aclamado álbum debut, “Years”, en 2014, Del Amo perdió a su hermana inesperadamente, y luego él mismo tuvo una recurrencia de un tumor cerebral para el cual se había sometido ya a un par de cirugías para extirparlo años antes. Se enfrentó a múltiples cirugías cerebrales despiertas y a la consiguiente terapia, pero nunca perdió su enfoque. Después de nueve años de dificultades inimaginables, Gold Lake regresa con “Weightless”, un disco de ensueño y brillante que responde a la oscuridad del mundo con una inimitable insistencia sobre la belleza de la vida.

El dúo ha pasado los últimos años yendo y viniendo entre su hogar adoptivo de Brooklyn y su Madrid natal, con este último teniendo una clara influencia en el álbum. “Hubo una increíble ola de bandas españolas de New Wave que escuchamos en nuestra infancia, y por supuesto nuestras influencias principales siempre han sido bandas del Reino Unido como The Blue Nile o bandas estadounidenses como Mazzy Star, entre otras, y esa mezcla influyó en nuestra escritura. Por no hablar de autores como Lorca y Miguel Hernández, junto a poetas británicos y estadounidenses como Philip Larkin o TS Eliot”, dice Del Amo, su estilo es un remolino constante de estímulos latinos y anglosajones.

“Weightless” también cuenta con la mano de un par de pilares de la música independiente estadounidense: Aaron Dessner de The National y Chris Taylor de Grizzly Bear. Gold Lake comenzó a trabajar en el álbum con Dessner antes de que estallara la pandemia, y terminaron el disco con Taylor más tarde. “Aaron nos ayudó a darle impulso y forma a los temas, y Chris nos ayudó con los toques nostálgicos, las tonalidades de los sintetizadores y los elementos para envolverlo todo”, dice Del Amo. En todo momento, Gold Lake, amplifica su capacidad para fusionar paisajes sonoros matizados con letras ricas en poética, aunque dejando al oyente con una sensación de inmediatez, admirando las vistas que se abren ante sus ojos en lugar de la complejidad técnica que se utilizó para crearlas. “La forma en la que hacemos música ahora es más atrevida, menos temerosa”, explica Lua. “Después de los últimos nueve años, somos más honestos, más reveladores como artistas, sin miedo a mostrar quiénes somos en este momento”.